Tropezar sin abandonar es sumamente importante cuando estamos persiguiendo una meta.
Y es que en la vida, siempre hay riesgo de caernos, de fallar inicialmente en un objetivo que nos hemos fijado o equivocarnos. Todo esto puede hacer parte del aprendizaje necesario para alcanzar los resultados que queremos lograr a mediano y largo plazo.
Cuando tropezamos y no abandonamos nuestros objetivos, estamos construyendo perseverancia. Ser consecuente con nuestras metas, y perseverar hasta alcanzarlas es uno de los hábitos más poderosos que podemos desarrollar a lo largo de nuestra vida.
Abel Saraiba, nuestro experto psicólogo nos cuenta al respecto:
“¿Quién no se ha equivocado alguna vez y pensó en dejarlo todo así? Una de las respuestas
más comunes a la frustración es el abandono. Nuestra mente prefiere intentar un camino
nuevo que volver a hacer algo que no salió bien.
Sin embargo, nada más improductivo que abandonar un propósito porque los resultados
no fueron los esperados. Fracasar o equivocarse te permite aprender aunque no se sienta
bien. Y justo eso es lo que te acerca a cumplir tus sueños.
No midas el valor de tu camino por las veces que te caes, sino por la cantidad de
oportunidades en las que te levantas…
Eso sí, de cada caída saca una lección que te ayude a hacerlo mejor.”
Abel Saraiba, para atina
Tropezar no es abandonar
Seguir adelante es posible cuando se tiene en mente la meta que se persigue, cuando tenemos claro por qué estamos persiguiendo esa meta y cuando buscamos sacar un aprendizaje de cada caída.
Al final, todos nuestros tropiezos nos pueden llevar al éxito a medida que vamos adquiriendo nuevas habilidades y conocimientos con ellos.